[Atlético] El día que Fernando Torres nos dijo adiós

El 27 de mayo de 2001 debutaba Fernando Torres ante el Leganés en el Vicente Calderón. Esa fue la primera vez que lució con orgullo los colores rojiblancos cuando nadie los quería. El Atlético, perdido en el infierno de la Segunda División, encontró en ese chaval tímido, aniñado, de porte fino, el estandarte que necesitaba para calmar la sed de una afición abocada al desierto en una larga travesía.

Casi diecisite años después, Torres se despidió de la rojiblanca de sus amores. Atrás una brillante carrera que le llevó a pasear su olfato y su velocidad por Liverpool, Londres o Milán. Pero nunca fue tan feliz como en Madrid. Nunca le brillaron tanto los ojos como cuando encaraba la salida del túnel de vestuarios del Vicente Calderón. Ni siquiera cuando escuhaba cada quince días en las islas el "You'll never walk alone..."

El último estandarte de la vieja historia volvió a casa para abrir paso a una nueva que apenas se ha empezado a escirbir. Atrás quedan grabados en nuestra memoria su vuelo mágico a lo Cruyff ante el Betis en el Villamarín, lo amargada que tenía a la defensa del Barça en cada partida que disputaban, su desgarro entusiasmado al marcarle su primer gol al Real Madrid, las galopadas que lo elevaron a mito en Anfield, el gol en el Camp Nou que llevó al Chelsea a la final de la Champions, su regreso a casa y su ascensión a los cielos rojiblancos. Cómo vamos a olvidar todos la noche de Viena en que le ganó la espalda a Lahm para cruzarla con el alma ante la salida de Lehmann, o aquel "pase medido" para Cesc tras hacer la pared con van der Vaart en la final del Mundial... 

Balón de Bronce en 2008, entra en el olimpo rojiblanco con letras bañadas en oro. Nunca nadie se entregó tanto y exigió tan poco a cambio. De niño a leyenda, se leía ayer en las gradas del Metropolitano. Desde ayer se sienta a la mesa con los Reina, Arteche, Perea, Adelardo, Landáburu, Cano, Gárate, Ufarte, Peiró y Futre en los salones del Valhalla rojiblanco. Allí le esperaba también Luis, el de Hortaleza, quien enseñó a Fernando que el Atleti también es ganar, ganar, ganar y volver a ganar.