[Real Madrid] El rey aún no ha muerto. ¡Viva el rey!

Lleva meses Zidane jugándoselo todo a una sola carta. Meses en los que el Real Madrid arenga a los suyos en aras del no todo está perdido. Lejana la liga y desperdiciada la Copa del Rey, el conjunto blanco afronta la Champions League como quien se agarra a un clavo ardiendo. La Champions, una competición en la que es rey indiscutible desde los lejanos años cincuenta, se antoja la tabla de salvación a una temporada en la que el conjunto madridista ha ido de muy menos a bastante más. A mayores, el hito de conseguir por tercera vez consecutiva el cetro continental. Un hito más que merecido. A veces, los árbitros pueden ayudar con sus errores a ganar partidos, pero hasta la fecha no se conoce ninguno que haya regalado competiciones como quien regala caramelos a los niños en Halloween.

Llegaba el Bayern de Múnich a Madrid con la misión suicida de levantar el 1-2 del partido de ida. El Bayern, el más alemán de los equipos alemanes, y posiblemente el Bayern menos sólido y menos alemán de las últimas cinco temporadas, desembarcaba en la capital española con la intención de rescatar la máxima magistral que nos vendió a todos Gary Lineker en los años ochenta. Una que dice que el fútbol es un deporte que juegan once contra once y en el que siempre acaban ganando los alemanes.

Se traía la lección de la Juventus el conjunto bávaro bien aprendida. "Noventa minuti en el Bernabéu son molto longos". Noventa y seis, mucho más. Esta vez el Real Madrid pareció no haber aprendido de sus errores y el espíritu de Juanito durante el partido casi acaba por hablar en alemán. Un partido que empezaba Sergio Ramos cantando por "soleás". Se le hizo desde entonces más cuesta arriba el choque al conjunto merengue de lo que nadie hubiera previsto. Más engrasado el engranaje muniqués de lo que los aficionados madridistas hubieran deseado, el Real Madrid se sobrepuso a los golpes con la inestimable ayuda bajo los palos del cancerbero alemán.

Remontaba el choque Benzema, el delantero moderno que ayer acalló más voces críticas entre los rivales que entre la afición local. Lo igualaba mediado el segundo tiempo de nuevo el Bayern. Un gol para soñar. Un sueño que Keylor Navas y la diosa fortuna se empeñaron en negarle al conjunto bávaro. Pitido final y empate a dos en el marcador. El Real Madrid ponía rumbo a Kiev, el Bayern hacia otro amargo viaje de vuelta sin premio desde la capital.

Más de treinta años han pasado desde que Lineker nos intentó aleccionar. Mucho han cambiado las cosas desde entonces. A día de hoy la Champions, guste o no, es esa competición donde los equipos juegan once contra once y casi siempre el Real Madrid es quien llega a la final, esté o no de por medio algún equipo alemán. 

A Zidane le sigue quedando una sola carta. Muy posiblemente esa única carta sea un triunfante as.